U (de Unchained)



El pasado se convirtió de nuevo en un efímero presente con su presencia, trayéndome un regalo con doble lectura. De donde es originalmente, esa pulsera traía buena suerte. Para mis muñecas siempre desnudas, era la reafirmación de esa presencia.

De un todo, cogió dos cabos y los hizo un nudo.  Desde ese día, cualquier prenda que intentaba deslizar por encima, se quedaba atascada, dirigiéndose inconscientemente mi vista hasta ese nudo y hasta esa pulsera. Ante esa apariencia de suavidad, su realidad era áspera.
El presente desapareció y se volvió definitivamente pasado. Mi muñeca se empezó a sentir aprisionada trágicamente. El sentido del tacto estaba en todo momento dirigido al roce de ese finísimo tejido, y de la marca que ambos nudos dejaban en un milímetro cuadrado de piel. No podía seguir admitiéndolo. Me sentía encadenada y marcada.


Necesité empuñar mis tijeras y tensarlas hacia la pulsera. El sonido del corte fue igual de estremecedor como cuando te cogen literalmente el corazón y te lo parten. No fue fácil terminar de cerrar las hojas para ver cómo el último tramo se acababa dividiendo en dos. Y finalmente, el lazo se rompió.

Y el peso de los nudos hizo que rápidamente la tela resbalara por mi muñeca hacia una inevitable precipitación al vacío. Y cayó por su propio peso, siendo imposible que el último hilo resistiera medio segundo más sobre mi piel. Y la agusticidad de la base de la mano con la que peleo tan duro en mi día a día se hizo real, encontrándose libre y oxigenándose de nuevo.





El ídolo cayó al suelo y no volverá al sitio en el que estaba. La próxima vez que me deje atar, que sea con una pulsera de diamantes. Así por lo menos el peso de los nudos me hará recordar que no es más que un valor material, y que si me quisiera deshacer de ellos, al menos, tendré un presente holgadito y resuelto.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ahi lo clavas...
libre...
de pulseras de finisimo tejido, de pulseras diamantes... libre
MaranJah ha dicho que…
... no más ataduras!